La industria química y farmacéutica produce una serie de contaminantes atmosféricos definitivamente peligrosos para el medio ambiente y los trabajadores.
En particular, el polvo en suspensión generado durante actividades como la producción de principios activos, la dosificación de materiales, la atomización, el pesaje, la mezcla y el envasado tiende a dispersarse en el medio ambiente. El polvo puede contener sustancias químicas peligrosas, incluidos excipientes y principios activos de medicamentos.
Los compuestos orgánicos volátiles (COV) también pueden tener efectos nocivos para la salud humana, más aún cuando sean generados por sustancias químicas. Tampoco hay que subestimar la contaminación olfativa, que suele acompañar a los COV.
La presencia de polvos o líquidos combustibles volátiles también requiere protocolos de seguridad cuidadosos para evitar situaciones potencialmente explosivas.
Muchas de estas sustancias pueden penetrar fácilmente en el cuerpo humano, causando problemas de salud a largo plazo y teniendo efectos cancerígenos.
En resumen, los sectores farmacéutico y químico presentan importantes puntos críticos en términos de contaminación y riesgos para la salud humana y medioambiental. Comprender y gestionar estos contaminantes es clave para garantizar un medio ambiente más seguro y una mayor sostenibilidad.
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